A pesar de las fluctuaciones que la piel tiene durante toda la vida de una persona, resulta obvio que existen variables que inciden, con mayor rapidez, en estas transformaciones lo que puede facilitar el envejecimiento prematuro.
Alta exposición al sol sin protección:
Es una de las causas más comunes de envejecimiento cutáneo acelerado, porque los rayos de luz retrasan la renovación de las células de la piel y, en consecuencia, mantiene zonas de "piel vieja" por todo el cuerpo. Por eso, muchas arrugas superficiales podrían estar formadas por esos cúmulos de tejido que no se han renovado.
Climaterio y menopausia:
La actividad hormonal se vuelve más lenta y, el envejecimiento de la piel, más rápido. Aparece flacidez en ciertas zonas del cuerpo y pliegues en el cutis.
Dieta inadecuada:
Una piel mal nutrida sufre efectos perjudiciales que la hacen verse envejecida y tirante. Antes de las arrugas, hay otro signo de alerta que vale la pena atender: la falta de luminosidad, la hipersensibilidad y el aspecto poco saludable.
Estrés:
Debido a las tensiones y al cansancio acumulado, los capilares se contraen y disminuye la irrigación sanguínea a la piel. Por eso, aparecen la palidez y trastornos dermatológicos diversos.
Hidratación insuficiente:
Todas las pieles -no importa si son grasas- requieren del aporte de 2 litros de agua por día para recuperar el líquido que la epidermis despide al transpirar y al pers-pirar (expulsar humedad de un modo no perceptible). La hidratación escasa produce, a corto plazo, descamaciones, pequeñas arrugas y sequedad.
Hábitos de higiene innecesarios:
Por supuesto que la limpieza personal cotidiana es imprescindible, pero hay personas que se exceden en esta buena costumbre y terminan perjudicándose. Por ejemplo, el uso muy frecuente y combinado de productos de higiene personal para la piel, lavarse muy seguido las manos con jabón o utilizar en demasía la fórmula con alcohol que sirve para desinfectarse las manos.
Duchas o baños de inmersión con agua muy caliente y durante bastante tiempo:
Cuando supera los 36 °C, no sólo puede hacer que la tensión descienda más de lo aconsejable, sino que„reseca la piel y la puede volver algo tirante. Además, perjudica la normal irrigación de los tejidos.
Pocas horas de sueño:
Dormir menos de 6 horas por día afecta a la piel, porque no permite que ejerza por completo las funciones reparadoras que sólo se realizan mientras la persona está tranquila en la cama.
Tabaquismo:
Después de vivir en un ámbito contaminado por humo, fumar es la otra actividad humana que más adelanta el envejecimiento orgánico debido a la acción de los radicales libres, moléculas que intervienen en los procesos de deterioro celular y que, aunque todos los tenemos y es natural que el tiempo deje sus huellas, en ciertos casos suelen cumplir su tarea con mucha mayor rapidez de la deseada.
Cada bocanada de humo de cigarrillo libera alrededor de un millón de radicales libres, dispuestos a hacer su trabajo. Por eso, los efectos en la epidermis no se hacen esperar: piel opaca, amarillenta u oscurecida, seca y con aspecto poco saludable.
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